Hace un tiempo solía pensar que mi vida era una locura. En
ese momento, entre la niñez, la adolescencia y la juventud, realmente lo era.
Siempre lo había sido. Y por mucho que digáis que los problemas de esa época no
son de verdad, para mí fueron los más reales. O tal vez sólo fuese por el hecho
de que aún estaba experimentando con la vida, con las personas, conmigo misma…
Y es que la crisis de “encontrarse a sí mismo” es algo de
película de Hollywood hasta que te percatas de que esos momentos de ansiedad,
agobio, llanto y mal humor intercalados con risas descontroladas, desconfianza
en los demás, odio personal y existencialismo crónico no son más que tu entrada
en esa fase de “madurez”.