Abro los ojos. Veo mi habitación en la que tantas cosas he
pasado, en la que tantos momentos se han sucedido, en la que paso la mayor parte
de mis días, y tan sólo sonrío.
Me incorporo ligeramente y me desperezo. Veo un pequeño rayo
de luz que se cuela por la pequeña franja que queda abierta bajo la persiana.
Una diminuta luz, muy débil en realidad, pero suficiente para "encender" toda
la estancia. Me sorprendo de cómo algo tan irrelevante puede iluminar una
habitación entera.
Vuelvo a sonreír.
Salgo de la cama, sonriente,