martes, 7 de enero de 2014

Sobre la madurez...


Estoy madurando dicen, pero yo siento todo menos la madurez. No me siento madura, no me siento mayor, no me siento sabia; lo único que siento es que mi cuerpo crece, mi cerebro aumenta, y con él el conocimiento que es capaz de albergar. Pero, ¿implica eso que soy más lista? ¿Que me queda menos por saber? Lo dudo.

Si el amor debe ser aquello que te hace libre, no podemos sentirnos presos de él, ni tampoco de la otra persona.

Si el presente debe ser aquello que te permite vivir, no podemos quedarnos presos del pasado.

Pero la vida va demasiado rápido para mí, me asusta. Sí. A mí, la eterna valiente, la que no ha encontrado cosa en el mundo que le dé verdadero miedo, le asusta la vida, el tiempo. El pasado me atrapa. De una forma u otra siempre lo hace, va más allá de recordar tiempos mejores; se convierte en volver a vivir otros momentos.
Y lo curioso es que siempre consigo vivir algunos momentos que me resultan familiares, con gente que me era familiar. Y sí, digo “familiar”, porque aunque haya recuperado momentos, nunca son iguales, ni las personas se comportan de la misma forma.
El tiempo pasa aunque no queramos verlo y las personas que creíamos conocer ya no son las mismas, es más, apenas reconozco en ellas un vestigio de su antigua personalidad. O quizá sólo sea un vestigio de la relación que teníamos.

Sea como sea, no me siento madura. La madurez no es un estado o una etapa, la madurez es un sentimiento, un pensamiento o incluso una invención. Una convención social.
Pero yo no me siento así. Si esto es crecer, si esto es la vida, si esto es el amor…que paren porque yo aquí me quedo.
Aunque ese sea el mayor problema de todos: que mientras nosotros nos paramos, la vida no se para a esperarnos, la gente no tiene paciencia, y los sentimientos de todo el mundo cambian (y sí: SIEMPRE cambian).

Personalmente me paro mucho en la vida, demasiado. Sinceramente hay momentos de mi propia vida en los que no entiendo el significado de la palabra “vivir”. Y me detengo a reflexionar.

Y mientras reflexiono, la vida pasa.
Y mientras intento solucionar problemas, le causo otros a la gente que me rodea.
Y mientras creo “vivir” mi vida, le hago daño al resto. ¿Se puede vivir una vida plena sin dañar a otros?

Y mientras algunos dicen que me comporto como una niña de cinco años, otros dicen que estoy madurando…


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