jueves, 29 de octubre de 2015

Otros tipos de machismo (I)

He esperado mucho tiempo para publicar sobre esto. He aguantado para conocer a mucha gente y hablar con mucha otra, antes de poder escribir un post sobre el machismo.
Aun así, lo que aquí voy a decir está incompleto. Falta mucho que comentar sobre el tema e intentaré tratar todos los puntos que me parecen esenciales al respecto en los próximos posts.

No obstante, y ante todo, quiero dejar claro aquí que no me considero feminista. Por el simple hecho de que de unos años a ahora, ese concepto se ha malogrado y manoseado hasta el punto de convertirlo en superioridad femenina, y a las mujeres en "anti-hombres".
Y lo siento, pero creo que no hay mayor error en el mundo moderno que el de considerar al hombre lo contrario a la mujer y viceversa, o el considerar a ambos incompatibles e irreconciliables. O sea, ¿nos estamos oyendo? Si todo en el mundo y en la vida se ha basado siempre -literalmente- en las relaciones entre hombres y mujeres.

También quería decir, y aunque mis amigos mexicanos no se lo crean porque traigo "visión europea", los que me conocen de siempre lo saben: no sólo no me considero feminista, ni me gusta el feminismo, sino que soy una fiel defensora de los derechos del hombre. Que no del machismo.
De la verdadera igualdad, y no de los extremismos -no hay cosa más odiosa en el mundo-.

Una vez aclarado ésto, y habiéndome ya ganado -lo sé- el enfado de mucha gente -hombres y mujeres-, sólo me queda repetir hasta la saciedad que lo que aquí contaré será mi visión de la realidad, basada en experiencias reales propias de mi estancia aquí. O sea, de nuevo, mi más sincera opinión, tratando a la vez de que sea lo menos sesgada posible. Pido disculpas, de antemano, a todo aquel o aquella que se sienta ofendido.
Pero...

México es un país machista. En muchos aspectos. Y dice mucho de la nación que yo cuente esto desde Cancún, que es algo así como la parte menos mexicana de México.
México es machista. En sus costumbres y en sus ideas, en sus palabras y sus canciones, en sus fiestas, sus familias y sus vacaciones. En su cultura. En su rutina...

Pero, después de no sólo verlo, sino de vivirlo. Después de sentirlo en la propia piel durante un tiempo determinado. Tras haber hablado con tanta gente, y haber escuchado -que no oído-; haber entendido esto en un contexto y situación concretas y no en el pensamiento de una "visión europea", surge una cuestión más importante. 

¿Hasta qué punto es bueno este tipo de machismo, o malo frente al extremo feminismo europeo?
O, en otras palabras, ¿qué es lo que verdaderamente hace daño a la mujer?

Cuando aquí hablas de machismo, te dicen que sí. Que lo hay. Pero ellos entienden el machismo como el maltrato a la mujer. Esencialmente físico, aunque también psicológico. Y sí. Tienen razón.
Pero el caso curioso viene cuando les dices que en Europa se consideran machistas cuestiones que aquí se tratan como caballerismo. El caso es, ¿quién tiene razón?

Porque a mí aquí me ceden todos los días el asiento en el autobús, a mí y a tantas otras mujeres. Si voy a un restaurante, a un bar o a una tienda, me atienden o sirven a mí primero. Todo el mundo me abre la puerta para que pase y si yo alguna vez se la he sostenido a un hombre me miran como si estuviese loca. Me ofrecen la mano para que suba o baje de algún sitio. Y podría seguir enumerando cuestiones así. Al principio chocan, sí. Y mucho. Pero os aseguro que ya casi me enojo cuando un hombre no me deja pasar antes. Y sí. Puede sonar chistoso. Podéis decir que están atrasados y mil argumentos más que, por si no os habíais percatado aún, no son más que argumentos internacionales para que los europeos, los del "Primer Mundo", nos creamos en el paraíso. Pero yo os diré que nuestro primer mundo, el de España, el de Grecia, el de Italia... No son tan distintos a este "Tercer Mundo". De hecho, se parecen mucho. En todo.
Pero volviendo al tema, como decía, lo chistoso no es lo que yo acabo de contar. Lo verdaderamente gracioso es que yo hiciese notar todos estos aspectos, extrañada, y lejos de obtener enojo o defensivas, obtuviese la siguiente respuesta siempre:

-Eso no es machismo. No estamos menospreciando a la mujer. Sabemos que ella es perfectamente capaz de hacer todas esas cosas, pero en lugar de eso decidimos tratarla como se merece. Hacerla sentirse una reina. Respetarla. Menospreciarla es que una mujer no cobre lo mismo que un hombre, o que deje su trabajo para cuidar de la familia.

Ajá. Por favor, releed con atención la respuesta. Porque ojo con los países machistas. ¿Acaso en España cobran lo mismo las mujeres y los hombres? Todos sabemos que no. Lo sabemos de sobra. Y nosotros estamos muy avanzados en materia de igualdad de género, ¿verdad? Pues vaya. Resulta que los aspectos que verdaderamente dañan a una mujer como persona, lejos de ser el que se sientan "reinas", es el que se sientan poco valoradas en sus empleos por ser mujer. Qué casualidad, ¿no? Pues es que aquí eso no es lo normal, según tengo entendido.
Y, por otra parte, os puedo contar la cantidad de gente que conozco en España, en mi círculo cercano, que ha dejado de trabajara por cuidar a los hijos o dedicarse a la casa. Que aquí también los hay, sí. Pero yo veo a miles de mujeres trabajando aquí, ¿eh?

El caso, y no quiero alargarme más en esta entrada porque entonces se hará aburrida, es que hay veces que los revolucionarismos se nos van de las manos. Que el afán por quejarnos supera al raciocinio ante la situación. Y que cosas que tal vez valoramos de una forma, deberíamos sentirlas de otra. Que en lugar de tomarlo todo como agresión, quizás, en ocasiones, deberíamos pararnos a entenderlas en el contexto, situación y momento en el que tienen lugar. Que a todo el mundo le gusta que lo traten bien de vez en cuando. Pero, por encima de todo, que el ser humano no es objetivo ante nadie. No se trata sólo de las mujeres, sino de nosotras hacia ellos, de la gente ante los niños, los discapacitados, las distintas nacionalidades. Las personas somos subjetivas y sugestionables por naturaleza; y a veces los extremismos y los modernismos exagerados acaban por deshumanizarnos, y por hacernos olvidar el contacto personal, el respeto, la tolerancia y los cordialismos.

¡OJO! Antes de que me llegue el aluvión de críticas... Ésta es una primera parte de una serie de posts sobre la visión del machismo. La mía y la de aquí. Las cosas que he visto y he vivido. Ni lo estoy defendiendo ni criticando. Ni todas las entradas serán como éstas -ni mucho menos-, ni todas serán malas, pero sí muchas. Sólo trato de que veáis las dos caras de una misma moneda. Que abráis los ojos ante las adversidades y ante el resto del mundo. 
Que es, ahora sí, que de lo que trata, al fin y al cabo, el periodismo.

Gracias.

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