Qué pensarías si supieras que cada noche que sales, dejo mi teléfono encendido por si te da por buscarme.
Que cada vez que llaman a la puerta, sigo esperando que seas tú quien está del otro lado. Que mi corazón se acelera hasta límites insospechados cuando oigo un coche aparcando junto a mi casa.
Qué me dirías si te dijera que mi habitación está tal y como la tocaste por última vez para que la reconozcas si algún día te da por volver.
Que tu lado de la cama se ha rebelado contra el mío, y ahora dice que el colchón es más tuyo que de nadie. Y quién soy yo, cariño, para llevarle la contraria si al fin y al cabo te noto abrazándome cada noche aún estando ausente.
Y qué hago yo, si los besos nunca fueron reales hasta que tus labios rozaron los míos por primera vez.
Que mis ojos no se creyeron en el mundo hasta que tú se lo mostraste, mis oídos no entendieron de música hasta que tú se la enseñaste, y mi boca... Mi boca sólo te saboreaba, como si nunca hubiera probado bocado.
Que tus caricias se convirtieron en mi brújula, y que cuando tus manos recorrían mi cuerpo yo me sentía más mía que nunca, siendo tuya; más yo que nunca, estando perdida.
Me creerías, amor mío, si te dijera que aún a estas alturas no termino de conciliar el sueño para estar alerta por si apareces borracho en la madrugada, sólo para dormir conmigo porque "me extrañaste". Como solías hacer, como solíamos hacer.
No sé si esto es extrañar, sólo sé que estás en mi pensamiento desde el primer minuto en la mañana hasta el último en la noche, porque el día no tiene más horas para pensarte. Ni mi cabeza más rincones en los que guardarte.
Búscame de nuevo. Sólo por esta noche. Que tu recuerdo más que perseguirme me acompaña.
Y es que el día que no lo haga, el día que no esté, ese día, amor, sabré que nunca podré dejar de quererte. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario