Las únicas batallas que desarman de verdad son las de miradas.
Te miré. Me miraste. 
Aparté la mirada. Tú seguiste mirándome.
Volví a mirarte. Cerraste tus ojos. Suspiraste.
Qué voy a hacer contigo, parece que decías.
Qué voy a hacer sin ti, era lo que yo pensaba...
Fue eso lo que siempre nos delató.
Por eso tú ibas por la vida con las gafas de sol puestas.
Y yo siempre mirando al suelo.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario