jueves, 21 de enero de 2021

Estoy aquí

Ya estoy en casa. O algo así.

No sé cuánto tiempo ha pasado. Ni cuántos días llevo aquí.

Casi he olvidado ya cómo fue la última vez que te vi.

Cómo se sentían tus besos, 

o tu rumor desde la otra habitación.


¿Realmente eres capaz de pensar que no me importas? 

¿En serio puedes creer que nada fue real?

Que no te veo, 

que no te escribo, 

que no te extraño, 

que no te siento...

Una Navidad en Ámsterdam

Hoy, queridos amigos, en tiempos de coronavirus, os voy a contar una de las historias más mágicas y maravillosas que me pasó nunca, para que volváis a creer en esta vida loca y que nunca deja de sorprendernos.

Resulta que hace casi 4 años, yo vivía en Francia y estaba de Au Pair. Estaba bastante mal ahí, todo hay que decirlo, probablemente la peor experiencia de mi vida, pero una que -como todas las malas experiencias- trajo muchas cosas buenas. Entre ellas esta, probablemente, la mejor. 

Cuando se acercaba navidad, yo tenía claro que no podía volver. Los padres trabajaban en turnos muy raros y no tenían vacaciones, así que a mí me quedaban como 4 días libres y los vuelos eran muy caros. Sin embargo, la madre era azafata y tenía descuentos en vuelos que, algunas veces, podía pagarme. Total que me dije: ¿y si miro a otro sitio?

He de reconocer que la idea de viajar sola y pasar una Navidad en otro país siempre me pareció una loca idea maravillosa de las de escapada de película, pero a la vez mi año anterior tampoco pasé navidad en casa porque estaba en México y ya me faltaba.