Me han roto el corazón.
Tantas veces...
Más de las que soy capaz de admitir,
de las que se ven,
de las que acepto o incluso de las que quiero creer.
A veces incluso más de las que me doy cuenta
hasta que es tarde.
Hasta que empiezo a doler, sin saber por qué.
Me han roto el corazón tantas veces,
que lo increíble a estas alturas es que siga siendo yo.
Fiel a mí misma.
Dando todo y sin ponerme límites.
Pero decir que me lo han roto
no sería más que echar la culpa a otros
que es una de las acciones más cómodas y fáciles con las que cuenta el ser humano.
no sería más que echar la culpa a otros
que es una de las acciones más cómodas y fáciles con las que cuenta el ser humano.
No.
Me lo he roto yo tantas otras,
pero tantas,
que a veces me cuesta creer que siga confiando en mí.
Que siga queriéndome.
Que siga siendo quien soy.
«¿Sabes lo que me gusta de ti? Que estás llena de seguridad y confianza en ti»,
me dijo hace poco una chica, que prácticamente me conoce de unos meses.
No fue la primera en decirme algo así.
Recientemente, otra "nueva" persona, durante una conversación sobre terapia y psicólogos, se dirigió a mí para decirme que creía que yo estaba muy bien dentro de mi cabeza. Conmigo misma.
Feliz en general.
Y bastante cuerda y en paz.
A veces sigo sin saber si soy la persona más fuerte que conozco (que a veces lo soy), o si simplemente soy experta en ignorar, aislarme, y saber vivir con dolor, felizmente (o casi, que también lo soy).
Hace unos años, muchos o pocos,
creer que en algún momento de mi vida,
incluso más tarde, pero especialmente ahora,
desprendería seguridad, autoestima, y cordura.
Que gente ajena a mí o que acabara de conocerme,
Que gente ajena a mí o que acabara de conocerme,
me admiraría precisamente por esas cualidades,
las notara, las percibiera, las sintiera al estar a mi alrededor,
habría probablemente estado al final de mi lista de cosas que creer o esperar.
De esta vida, de mi vida, o de mí misma.
Y os aseguro que eso es decir mucho, porque no tenéis idea de la cantidad de cosas de mi vida y de mí, que jamás hubiera siquiera podido soñar o imaginar.
Y mientras me decían eso, yo aún no daba crédito.
Aún me costaba aceptar que gente que yo sabía que había tenido una vida dura,
un estilo de vida y personalidades que admiraba,
me admiraran a mí. Me envidiaran, casi.
Y, lo peor de todo, que dieran todo esto por hecho.
Que asumieran, probablemente de manera inconsciente, 
que yo prácticamente crecí y nací así.
Cuando, pensándolo bien hace poco, me di cuenta de que mi vida ha sido y es una lucha constante con mil y una situaciones, pensamientos, y altibajos, durante años y años, más de los que puedo recordar. 
Que estar aquí, como y donde estoy hoy, ser quien soy, 
ha sido y está siendo literalmente la batalla y el esfuerzo más grandes de mi vida.
Que nadie me ha regalado nada.
Y que confiar en la gente,
apoyarla, ayudarla, escucharla, valorarla. 
Abrirme y dejarme conocer.
Intentar conocer a otros y estar ahí incluso cuando no me quieren ahí.
Incluso cuando no saben lo que significa tener a alguien.
Incluso cuando no se lo merecen.
Y que, como me dijeron tantas veces "no sé por qué lo haces", "nadie me ha hablado así nunca", "nadie me ha mirado así nunca", "te van a herir", y muchas otras.
Y que como yo respondí tantas otras: nada de esto tiene algo que ver contigo, sino conmigo. 
No tiene nada que ver con merecer esa sinceridad o atención,
sino con yo ser sincera y querer dedicar tiempo y energía, cuando quiero, como quiero, a quien quiero. 
Abrirme, dar y ofrecer en el momento y medida en que yo quiero o lo siento.
Sin esperar nada a cambio.
Y sí: eso significa mil y una decepciones.
Eso significa seguir rompiéndome el corazón.
Y dejármelo romper.
Eso significa necesitar esconderme en algún momento cada mes, 
a veces más tiempo, a veces menos,
para poder sanar de nuevo. 
Para poder reconciliarme conmigo misma, 
que de verdad no es poco y fue siempre lo más duro de aprender.
Que estar conmigo es la relación que necesita de más energía, cuidados y atención,
que tristemente aún hoy no siempre sé o quiero darme.
Pero que sigue mereciendo la pena. Y sigue y seguirá siendo necesario.
Duele.
Duele muchísimo tener a tantísima gente pasando por tu vida,
a la que no le importas lo más mínimo, o pretenden no hacerlo.
Duele muchísimo abrirse y dar, 
sabiendo lo que va a pasar casi casi seguro.
Duele contar historias llenas de significado que no se valoran.
Y que te respondan con poco aprecio. O no lo hagan en absoluto.
Duele ser la persona que siente, piensa, reflexiona, y ama,
que es honesta, directa, y cariñosa,
y recibir a las que te tiran a la basura como un pañuelo usado,
o a las que te tratan como un objeto, 
un robot sin emociones o sentimientos al que no le deben ni dos palabras.
Olvidando, la mayoría de las veces, cuando los han herido a ellos.
Sí.
El corazón se me ha deshecho en pedazos mil veces.
Más cada vez.
Más frecuentemente y más duro de recomponer conforme el tiempo pasa.
Sí.
Se seguirá deshaciendo. Y seguirá siendo duro de rehacer.
Pero sigo siendo yo. Cada vez más. 
Mi relación conmigo sigue creciendo y haciéndose fuerte.
Acostumbrados a todo lo contrario,
también la gente a la que "no le importa nada" sé que de una forma u otra le llega mi comportamiento. 
En algún momento lo recordarán. En un mal momento. 
Y aunque yo no me entere, habré también dejado una pequeñísima huella en los 'sin alma', o 'almas lo bastante escondida para ignorar que la tienen'.
Una que quizás nadie más les dejará. 
Y mientras tanto, la gente a mi alrededor, 
nueva y antigua, 
no para de percibir mis mejores partes,
mi mejor energía,
mi eterno florecimiento.
Qué duro es vivir en sociedad.
Qué bello es vivir contigo mismo.
Qué mágico es ser fiel a ti, trabajar en ti, y seguir comportándote como quieres, aislándote del daño. 
Y qué maravilloso es compartir tus mejores cualidades, con la gente que sí lo aprecia. 
Y, sobre todo, siempre recuerda,
que igual que para lo malo, y para lo peor,
sucede también para lo bueno. 
Que lo que hago u ofrezco, lo hago porque así soy yo, 
independientemente de que lo merezcas o no. 
De que lo aprecies o no.
De que lo quieras o no.
Y así debería ser siempre. 
 
No sera la ultima ni las ultimas que te rompan pero una se hace mas fuerte y se conoce a si misma. Saludos, me gusta lo que escribes
ResponderEliminar