lunes, 25 de noviembre de 2013

Tópicos tergiversados

Nos gusta ligar. Lo he resuelto. No queremos amores infinitos, casarnos para siempre ni morir enamorados. Eso no es romántico.
Lo romántico son los amores imposibles, los matrimonios prohibidos y morir de amor por alguien con quien no puedes estar. Eso es lo verdaderamente romántico.
Nadie quiere un amor duradero, de película. Lo que nos gusta de las películas románticas es el momento en el que se conocen y se palpa el amor en el aire. Ese coqueteo tímido pero aparente que produce química en un encuentro.
Y como en las películas, también es eso lo que nos gusta en la vida real.
No nos gusta llevar dos años con una persona, si no conocerla de dos semanas y darnos el primer beso.
No nos gusta despertarnos y acostarnos todos los días con esa persona, queremos hacerlo una vez y echar de menos las demás.
No nos gusta ser fiel, nos gusta besar impulsivamente.
No nos gusta lo ordinario, nos gusta lo que se sale de lo común.
No nos gusta la rutina, nos gustan las noches locas.
No nos gusta amar todos los días igual, sino que nuestro amor tenga altibajos.
No nos gusta querer por aburrimiento, sino querer con ganas.
No nos gusta pasar la noche con cualquiera, nos gusta arder de deseo.
No nos gusta no sentir nada, nos gusta sentir lo imposible.
No nos gusta convertirnos en la posesión de alguien, nos gusta ser libres.
Nos gusta coquetear.
Nos gusta “tontear”.
Nos gusta provocar.
Nos gusta molestar.
Nos gusta enfadar y que nos enfaden.
Seamos realistas. Cuando  llevamos una larga temporada con alguien, lo que queremos no es estar con él para siempre, lo que realmente deseamos es que se acabe sin discusiones, sin dolor, sin enfados, y que esa noche salgamos a comernos el mundo.
Y nos volvamos a enamorar, ¿por qué no? Y tal vez volvamos a caer. Sí. Pero caeremos con pasión y con nuevas esperanzas, porque la anterior caída no habrá sido dura.

Volveremos a amar igual pero con energías renovadas, por lo que nunca será igual… 

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