sábado, 23 de agosto de 2014

De amor y sexo

El ingrediente secreto del sexo es el amor

Eso decía una película. Y no nos hacemos una idea de cuán cierto resulta.

Cuando despertar a su lado es empezar el día de otro color que no sea gris, y remolonear en la cama hasta mediodía sin que ni tan siquiera el sexo sea la condición.
Porque cuando se ama, el sexo nunca es la condición a nada, ni una moneda de cambio, ni un chantaje, ni una súplica.


Cuando se ama, el sexo es el pasatiempo ideal. Una reacción explosiva.
Es lo que se hace cuando no se hace nada y cuando se hace algo.
Lo que se hace por aburrimiento o por diversión.
Lo que se hace por deseo o por excitación.
Pero, ante todo, este sexo es lo que se hace por amor.

Las malas lenguas dirán que cuando amas dejas de follar y pasas a hacer el amor. Yo os diré que no. Os diré que se equivocan.
Porque cuando amas, el follar adquiere otro significado, otra dimensión.

Amar a alguien de verdad, con confianza, significa follar de las maneras más extrañas y de las más normales. De las maneras más burdas y de las más románticas. De las más dolorosas y de las más suaves. Y de cualquier otro adjetivo que exista en el mundo, ya que en mi opinión casi cualquiera es aplicable al sexo.

Follas todos los días. Cada vez que os veis. Casi a todas horas.
Luchas por hacer trabajo o tareas pendientes, mientras lo único que deseas es follar. 
Y sí: FOLLAR.

Porque amar de verdad a alguien, con confianza, significa follar de todas las maneras imaginables, sabiendo que ninguna de ellas os dañará. Que ninguno de los dos hará daño al otro.

Ojo que hablo del AMOR y no del amor, de la CONFIANZA y no de la confianza, de la SEGURIDAD y no de la seguridad. Ojo que hablo de amor verdadero, no me valen los caprichos pasajeros. Que si os hablo de amor es para que nadie venga a reclamarme por hechos inciertos.

Pero aún así, esto no es una oda al amor; es una oda al sexo. 
Es una oda a los cuerpos desnudos y a las caras alegres de recién follados.
Es una oda al contar los lunares y al aprender de memoria las curvas, las marcas, las manchas y los pliegues.
Una oda a las acumulaciones de grasa y al vello corporal.
Es una oda a hacer el amor.

Pero, por encima de todas las cosas, es una oda al follar.

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