¿Sabéis? México es un carpe diem extremista. Un ‘vivir al día’
literal. Aquí la gente cambia de trabajo como de ropa (y ya es decir, teniendo
en cuenta el clima). Si hoy se dio un buen día, puede que comas caliente. Si
mañana te echan, y el próximo trabajo no te da como para pagar la luz, duermes
dos días sin ella. A la gente se le olvida pagar las facturas. Literalmente. No
porque seas pobre, no porque no te llegue el dinero. Y no pasa nada. Se puede
sobrevivir un día sin Internet, dos sin agua, o sin luz, hasta que los pagues.
Y nadie se extraña. Y no te cortan los suministros de por vida (ni de por
meses). Y no te critican. Y no ocurre nada.
La gente en México (y hablo desde
una sola ciudad, por lo que veo, por lo que me cuentan, por lo que descubro),
no se preocupa del mañana. Tomorrow is a
mistery. Cuando vives aquí entiendes que lo de llevar una vida relajada va
mil veces más allá de vivir en un lugar tranquilo y tener equis horas para
relajarse, leyendo o viendo la televisión. No. No estamos hablando de eso,
porque también llevamos esa vida en España. En Europa. En muchas partes del
mundo, supongo.
Se trata de algo tan simple como,
DE VERDAD, no tener preocupación alguna por el futuro. No tener
preocupación real. No vale con aparentarlo. Con dar sensación de seguridad.
Aquí la seguridad es algo que no existe. Y no hablo de seguridad física, de que
te roben o te violen. Hablo de seguridad a nivel personal. Ni siquiera los más
ricos, los más triunfadores, pueden estar seguros de tener luz en su casa para
esta semana, o de poder hacer un viaje para la siguiente. Y se vive bien. No
tiene nada de malo vivir inseguro. Porque es en esa inseguridad en la que se
encuentra la verdadera certeza de paz. De despreocupaciones. De auténtica vida
propia, y no condicionada a empresas públicas, a trabajos que te encadenan y
esclavizan, o a una persona (o varias). 
Y claro que puede traer
consecuencias malas. Claro que hay gente pidiendo. Claro que hay pobreza. Mucha
mucha pobreza. Hay una separación de clases horrenda. Pero, ¿sabéis cuál es la
verdadera diferencia? Aquí la gente es feliz. Pero feliz de verdad. Feliz de
corazón. Es felicidad real. De la que se siente, se ve y se palpa. Y no de la
que se aparenta. No de la que publicas en Facebook y sufres esperando los ‘Me
gusta’. No. Sinceramente, y en el poco tiempo que llevo aquí, me he dado cuenta
de que no conocemos la felicidad verdadera. No sabemos cómo es ni cómo se expresa.
Porque Cancún es mucho más que
playa y fiestas, que lujos y extranjeros (aunque es cierto que puedes vivir a
la perfección en esa zona de confort, si es a lo que vienes, como muchos
otros). Y porque los mexicanos tienen mucho más que enseñarnos que el idioma y
las palabras ‘especiales’. 
Aunque en este momento no sé
quién está aprendiendo más de quién, porque estamos en el sofá con una mujer
limpiando, un señor colocando persianas (cortinas),
otro arreglando el boiler (termo), y
entre nuestros gritos, el estrés y los extranjerismos, se lo están pasando
mejor que si estuviesen viendo un reality show. Aunque visto lo visto, tal vez
debiésemos hacer uno en casa, con una cámara puesta 24 horas en el salón. El
problema es que ellos trabajan, y nosotros pagamos.
 
Sólo puedo decir que le recomendaría a todo el mundo pasarse por tu blog y leerte de vez en cuando porque tu visión del mundo en general y de la vida en Cancún en particular es muy interesante, amena y, en ocasiones, divertida.
ResponderEliminarSólo añadir: ¡Sigue así!
¡Gracias! Por leerme y por la parte que me toca. Espero no defraudar ;-)
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