sábado, 22 de julio de 2017

Odio al amor, pero lo sigo amando

...Oh là là, l'amour...
¿Qué tendrá el amor, que siempre es lo que estamos buscando? Sí, sí, todos. También aquella persona que "odia" y critica a todas las parejas. Los de los "qué empalague", "qué agobio", "el amor no existe". Sí, sí. Tú también. Quieras admitírtelo o no, lo deseas con tanta fuerza que te duele. Sólo de pensar que no lo has encontrado. 
Y ni hablemos de contárselo a los demás. Ni a ti mismo.
Envidia.
Envidia de la dolorosa.

Y no importa de cuánta gente te canses. Tarde o temprano, lo volverás a buscar.
Y da igual lo dolido, roto y enfadado que salgas. Te llegará la hora. 
Y volverás a creer.
Y te volverás a ilusionar. Como si nunca te hubieran engañado. 

Como hace poco vi en una película, estamos en constante lucha con el amor: si no tenemos pareja, deseamos tenerla; si la tenemos, ¿la queremos? ¿Merece la pena? ¿Me quiere?
¿Es amor? ¿Quiero estar sin él/ella? ¿Puedo?
Y queremos estar solos. Otra vez. Y luego nos arrepentimos. De nuevo.

Y vuelta a empezar.
El ciclo eterno.
El amor... 
Probablemente el único sentimiento infantil que perdura toda la vida. Sin cura ni remedio. Y qué bueno.

Para algunos hasta traspasa la muerte.

Lo vemos por todas partes -decían en el film- desde pequeños, en las películas, series, familias, amigos, canciones, juegos, ¡juguetes!

...l'amour, l'amour, l'amour...

"Así que, ¿cómo podemos tener tantas dudas? ¡Lo conocemos todo sobre el amor!" Se lamentaba el ya machacado protagonista, a sus cuarenta años de edad, sin familia unida, y tras infinitas relaciones fallidas. 
O tal vez deberíamos decir acabadas. Una relación no suele ni debe ser un fallo, por mucho que uno o ambos implicados se empeñen en demostrarlo al resto con historias para no dormir, por los siglos de los siglos, o hasta que la muerte los separe, amén.
Porque en una relación, en la mayoría de los casos, siempre sale, queda o hay algo bueno o una lección de por vida.



Pero, ¿realmente lo sabemos todo del amor? ¿Qué es el amor? ¿Cómo es una relación de enamorados?

- Yo creía que eran mis padres -el primer referente por excelencia-, pero se divorciaron y ni se hablan.
+ Mis vecinos del quinto se llevaban súper bien y eran la pareja perfecta -el adjetivo clave-, pero se descubrió que uno le pegaba palizas al otro. -Maravilloso-.
- Mis tíos eran todo lo contrario, lo opuesto, pero ahí siguen, celebrando los tropecientos años de casados.
+ ¿Ellos se quieren? pero si nunca se han casado.
- ¿Y esos? Míralos con hijos si no son felices.
+ Mira esos dos pobres con lo enamorados que están, y no pueden quedarse embarazados.
- ¿Y estos? Toda la vida peleándose, y cuando por fin se separan no paran de volver a buscarse.
+ Mira yo, a punto de casarme y sabiendo que no va a funcionar. 
Y etcétera, etcétera, etcétera...

Y así, infinitamente.

¿El amor se encuentra probando hasta dar con la persona correcta? ¿O encerrado hasta que sientas algo desbordante?
¿Es el amor de Disney, el de las telenovelas, o el de las comedias de matrinomios?
¿Son los tres a la vez? ¿O ninguno?
¿Cómo encuentro al que sea para toda la vida? ¿Y si no quiero, y si toda la vida es mucho tiempo?
¿Y si quiero probar cosas nuevas?

Preguntas y dudas y cuestiones sin respuesta.

Y, mientras tanto, el amor llega. Y se va. 
Y lo echamos de menos cuando lo hemos perdido. Hasta lo necesitamos. 
Y el otro en realidad no era amor. Y entonces sí.
Y ahora no.

Y al final nos ha llegado. Tal vez.
Y lo hemos tenido. O no. 
Y no lo sabremos. Y no lo hemos vivido. Porque estábamos demasiado ocupados haciéndonos preguntas. Comprobando su autenticidad. Haciéndole pasar cada uno de los tests, ideas y pruebas que nos aseguran que es "nuestra alma gemela". A una persona como tú y como yo. Como si tuviera que estar a la altura de un Dios -con su correspondiente reflejo en la puntuación de cada uno de los tests-.

Y es que a lo mejor no estamos preparados para el amor. Pero a lo mejor nunca. 
Porque, ¿para qué estamos realmente preparados en la vida?
¿Por qué ponemos tantas excusas?

El amor es mágico, pero para mantenerlo, así como una relación, hay que esforzarse y trabajar. Pero no solos. Sino juntos. Mano con mano y corazón con corazón. Incluso cabeza, a veces.

Es lo que llena y vacía la vida.
Todo lo que te puede hacer feliz, y todo lo que te puede hacer desdichado.
Lo que más te enseña, descubre, y te hace aprender. Para bien. Pero también para mal.
El amor lo es todo, pero también nada.

El amor es, simplemente, algo.
Pero es precisamente por eso que es especial.
Es preciosamente por eso que es lo que todos buscamos en la vida. O encontramos sin querer.
Porque es mágico, pero también humano.

Son sensaciones extrañas, impulsos y locuras, hasta casi tocar el cielo.
Pero sin olvidar que sigues en la tierra. 
Y también por eso, el amor va de comprender, de escuchar, de respetar y de tolerar. Con todos los "des" y sin palabra alguna sobrante. 
No hay nada mágico en su buen funcionamiento.  Como un reloj da correctamente la hora durante años, una vez ajustados todos los mecanismos que lo harán proseguir. Unas buenas y fuertes bases sobre las que asentarse y continuar. Una buena mano. Una buena ayuda. Un empujón.

Y es por eso que el amor no es Disney ni Pasión de Gavilanes, no es canciones de Stevie Wonder, películas de Hollywood ni poemas de Neruda. 
Y es por eso, que es todo eso a la vez.  

Porque el amor puede nacer, pero no se hace solo.
Y no. No hay instrucciones.
Porque si existiera un manual del amor, ya no sería "algo", sino una cosa.
Y ya no habría Disney ni Pasión de Gavilanes, no habría canciones de Stevie Wonder, películas de Hollywood ni poemas de Neruda. 
Y ya no habría impulsos.
Y ya no habría besos robados.
Y ya no existiría el "descubrir" a una persona.

Y habría robots. Y habría padres y madres. Y esposos y esposas. Y novios y novias.
Compatibles, sí.
Felices, puede.
Pero... ¿Entusiasmados? ¿Atontados? ¿Ilusos?

¿Enamorados...?



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