He traspasado fronteras
océanos y mares.
Recorrido países y continentes.
Literalmente. 
Buscando un lugar al que llamar "hogar".
Personas a las que llamar familia,
y una 'yo' que valiera lo suficientemente la pena.
He buscado en lugares,
situaciones,
momentos.
He escarbado rincones y recuerdos.
O tal vez,
en este punto
sean lo mismo.
He bebido cada puesta de sol
y llorado cada amanecer,
buscando algo lo suficientemente importante,
esencial,
irreversible,
como para no volver a irme.
Para quedarme. 
Al menos una vez.
En un pequeño y limitado para siempre.
He recorrido millas caminando,
y traspasado a millones,
en una maratón infinita. 
Tan absurdamente infinita que siempre se quedaba corta.
O faltaba algo.
O alguien.
Más.
O de menos.
He dado por perdida la vida,
tantas veces,
que ya no llevo la cuenta de todos,
los que estaban ahí y desaparecieron,
los para siempre,
que se retiraron acobardados a la primera de cambio.
O por culpa de este.
Deberías poner los pies en la tierra.
Pero nunca me dijeron en cuál.
Por eso seguí vagando.
Buscando.
Esperando.
Una vez más.
Sin saber el qué,
ni mucho menos el por qué
de semejante vacío.
La vida no es lo que decían que era.
Y cada día abro mis ojos preguntándome
si eso es lo mejor que podía haber pasado
o lo peor que aún tiene que pasar.
Lo único que sé,
y por primera vez con certeza,
es que un día encontré los tuyos.
Tus ojos.
Y se convirtieron en el lugar.
Que entre juegos,
palabras absurdas,
y planes imposibles,
creamos un mundo.
Desde cero. 
En un terreno no declarado.
Para guerras.
Que lo hicimos nuestro y construimos cada vivienda,
palabra a palabra,
con nuestras propias manos.
Tan imposible como lo parecía encontrarnos.
Tan real como la vida se volvió en ese momento. 
Me topé contigo.
Y un instante después,
no sé cómo
ni por qué,
moviste mi mundo.
Tan segura y paulatinamente que ni siquiera tuve tiempo a marearme.
Pero es que incluso entonces sabía
que me hubieras sostenido el pelo,
mientras vomitaba
toda mi angustia acumulada.
Te encontré
me dije.
Me salvaste
respondiste.
Mi lugar eras tú.
Te miro, y me siento en casa.
Te has ganado la entrada a pulso,
mereciéndote todas y cada una de las palabras
que salen de cada milímetro de mi cuerpo 
cada vez que me miras.
Amor,
te has convertido en hogar.
 
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