Y llega un momento en el que todo cambia. Tus amigos, los de
antes, ya no son los mismos. 
Parece que tu vida se agotó para ellos, que ya lo saben
todo de ti. Pero lo que se agotó fue la conversación. Lo que se agotaron fueron
las ganas de contar historias. 
Y en ese momento sabes que nunca volverá a ser igual. Las
noches de fiesta se acabaron. Las noches de risas, de perversiones. Los días
improvisados. Los planes inesperados…
 
Es apenas un instante. Pueden ser unos segundos, una mirada,
una palabra…o un silencio. Puede ser un momento de soledad, medio minuto, una
hora. Pero en ese momento sabes que todo terminó.
Y que fue para siempre. 
Eso hace más fácil la despedida. Hace que el hecho de
desaparecer de sus vidas parezca más fácil. Porque cuando echas la vista atrás sólo recuerdas los
silencios incómodos… Y nadie recuerda los momentos felices. Y tal vez por eso,
las relaciones cambian irreversiblemente. 
Porque mientras algunos se esfuerzan
por recuperar las risas, el resto sólo recuerda las risas forzadas.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario