Hace poco escribí:
"Quiénes somos en realidad, y por qué estamos dejando que la vida nos consuma de esta forma"
En otra de esas entradas del millón y medio de publicaciones de crisis existenciales que tengo cada dos días.
Pero hoy, pensándolo un poco más, creo que ya sé el porqué. O, al menos, tiene más sentido así.
La gran cuestión y respuesta a todo este descontrol, a esta sensación de vacío, este "estar perdido", estas crisis existenciales y el sentir que estás en un lugar en el que no deberías estar, o muy lejos de aquel en el que creías que estarías...
Supongo que la mayor diferencia es que cuando somos pequeños, tenemos todo ese mundo de posibilidades e ilusiones, ideas, locuras, escenarios de película y cuentos de hadas, profesiones imposibles, creaciones innovadoras y ese poder de elegirlo y cambiarlo todo, una y mil veces.
Un futuro entero, vacío
y listo para dibujar en él.
Un futuro donde todo es posible y mil alternativas aparecen.
Es completamente infinito, y aun deseando que llegue,
nunca lo hace.
O eso parece.