O lo que no.
Y a veces ni en esas.
“Escribo de lo viajado. No soy un inventor. No hablo de mundos imaginarios ni tampoco del mío propio. Describo el mundo real, el que está ahí, tal como lo he visto." - Ryszard Kapucinski -
Era un sueño.
Y probablemente ese era el problema.
Que era demasiado bueno.
Se sentía demasiado real.
Me hicieron soñar.
Creer.
Y yo creí como nunca.
Era tan maravilloso que parecía irreal.
Y supongo que al final lo fue.
Estoy cansada.
Cansada de malgastar días, horas, minutos y segundos.
Cansada de tener un día bueno y cinco malos.
Cansada de que el fin de semana pase en un pestañeo,
en el que lo único que consigo hacer es llorar y tener dolor de cabeza.
Cansada de añadir al lidiar con la vida,
complicaciones innecesarias.
¿Los traumas alguna vez se pasan de verdad?
Eso es lo que yo verdaderamente me pregunto ahora.
¿Se llegan a pasar los traumas?
A veces me pregunto qué he hecho con mi vida.
O de ella.
Y no me refiero al típico y eterno dilema estudios-carrera-trabajo-dinero.
Ese que creemos/nos hacen creer que es nuestra vida entera.
Ese que es responsable de la mayor parte de nuestras crisis existenciales,
mientras todo lo demás nos pasa por delante.
No. Me refiero a la vida. Real. Y a todo lo que conlleva.
A toda la gente que he conocido y dejado atrás.
A todas las personas que alguna vez significaron algo,
y a las que dejaron de significar.
A las que me marcaron. A las que me hicieron doler.
A las que yo dejé marcadas, y a las que hice daño.
Hay una cosa muy importante en el "amor" de la que no se habla.
Se habla de amar por encima de todo,
de que el amor todo lo puede,
de que las relaciones requieren sacrificio y siempre ambos están dispuestos a hacerlos (ja!).
A dar, a dar y a dar, sin esperar recibir nada a cambio,
porque en el mundo ideal de las relaciones románticas,
las que vemos en películas y series,
oímos en canciones y leemos en libros,
o nos cuentan en leyendas,
ambos dan y dan y dan.
Y, cuando no lo hacen, con una simple conversación de un par de frases, se llega a un acuerdo, y todo cambia.
Imaginaos si la gente cambiara realmente tras apenas un intercambio de unas cuantas frases
¿A dónde van a parar los recuerdos perdidos?
¿Dónde se guardan los momentos compartidos con alguien?
Incluso después de que ese alguien haya desaparecido.
Para qué sirve darlo todo,
para perderlo de nuevo.
Para qué sirve crear tanto, para luego volverse a destruir...
Y ahora estoy aquí,
sentada en el suelo,
donde tantas veces estuve,
donde tanto pasé
y donde tanto te hice pasar.
Y me doy cuenta de que nunca llegamos a aquel invierno soñado.
A aquel del que tanto hablamos.
Que al final estaba todo lleno de promesas vacías.
Como siempre...
Como todo...
Hoy fui a nuestro rincón favorito del parque.
A nuestro lugar. Literalmente donde nos conocimos.
Donde todo empezó.
Esta entrada la publico así, sin más, tal como se la envié en uno de nuestros correos/cartas a mi mejor amiga del otro continente. Sin retoques, sin maquillar, sin tapar, sin ocultar, sin cambiar experiencias ni nombres, sin evitar el compromiso, la vergüenza, la aceptación y la parte más interna de mí.
Así, porque sí, a corazón abierto, reflexionando uno de estos días como cualquier otro.
Espero que no sea precisamente el lector, el que juzgue demasiado...
No me iría
El otro día me preguntaron si era feliz aquí.
En este momento.
Así, sin rodeos, si de verdad era feliz.
Siempre me lleva no poca reflexión y tiempo responder a ese tipo de preguntas.
¿Soy feliz?
No sé.
Realmente no recuerdo la última vez en mi vida que dije completamente segura que era feliz.
Y, honestamente, ¿quién lo hace?
¿Qué es la felicidad si no lo que hacemos nosotros de ella?
Hace poco escribí:
"Quiénes somos en realidad, y por qué estamos dejando que la vida nos consuma de esta forma"
En otra de esas entradas del millón y medio de publicaciones de crisis existenciales que tengo cada dos días.
Pero hoy, pensándolo un poco más, creo que ya sé el porqué. O, al menos, tiene más sentido así.
La gran cuestión y respuesta a todo este descontrol, a esta sensación de vacío, este "estar perdido", estas crisis existenciales y el sentir que estás en un lugar en el que no deberías estar, o muy lejos de aquel en el que creías que estarías...
Supongo que la mayor diferencia es que cuando somos pequeños, tenemos todo ese mundo de posibilidades e ilusiones, ideas, locuras, escenarios de película y cuentos de hadas, profesiones imposibles, creaciones innovadoras y ese poder de elegirlo y cambiarlo todo, una y mil veces.
Un futuro entero, vacío
y listo para dibujar en él.
Un futuro donde todo es posible y mil alternativas aparecen.
Es completamente infinito, y aun deseando que llegue,
nunca lo hace.
O eso parece.